La niebla

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Lectura: Apocalipsis 3:14-22

“… y unge tus ojos con colirio para que veas.” v.18

Escuché algo insólito ocurrido en 1937, en Inglaterra. Mientras jugaban un partido de fútbol, se presentó una densa niebla. El arquero permaneció parado frente al arco por quince minutos, ignorando que se había suspendido el partido. Parece hasta chistoso, pero no lo es, cuando pensamos en tantos accidentes ocurridos por causa de la niebla. Y en el plano de conducta humana, podemos contar de muchos equívocos que se producen por no ver claramente la voluntad de Dios.

El apóstol Pablo tenia gran lucha por la iglesia de Laodicea, como lo escribe en su carta a los Colosenses. En la misma también menciona como comparte preocupación con su consiervo Epafras, por esta congregación. Solicita que esta misma epístola, se leyera también en Laodicea. Por lo que se ve, la condición de esta iglesia era inquietante para los defensores de la verdad. Más tarde, Dios envía un mensaje bien específico para Laodicea. Lo hace en Apocalipsis, a través del apóstol Juan. Es que Laodicea se sentía rica y sin necesidad de nada, ignorando su verdadera condición. Una niebla espiritual les había cegado tanto que les impedía ver su triste realidad. En algún momento fueron muy fervorosos, pero se habían enfriado y ahora estaban tibios.

En sus momentos de triunfos se sintieron ricos, independientes de los demás, con autosuficiencia. Ya no necesitaban espejo y la realidad es que estaban miserablemente ciegos. El diablo los había engañado, inyectándoles su carácter orgulloso. Pero aún reciben el consejo de comprar colirio. Debían pagar el precio de la humillación para que el Espíritu Santo volviera a ellos. Que los éxitos no sean niebla que impida ver a Dios.

Alicia Ituarte, Uruguay

Que los éxitos no sean niebla que impida ver a Dios

Meditación publicada en el libro devocional de RTM Alimento para el Alma – volumen 20, para conseguir una copia de la edición impresa visítenos en Soriano 1335 (Montevideo, Uruguay) o en su librería cristiana más cercana.

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