LECTURA: JUAN 5:1 -18
“Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo.” v.17
Desde hace décadas, el primero de mayo es considerado mundialmente el día de los trabajadores. En mi país, al menos, se conmemora, con actos diversos. Muchas personas se pliegan a una marcha que llega hasta una plaza cercana al palacio de las leyes. Allí líderes reclamando atención, exponen proclamas denunciando injusticias y pidiendo reparaciones. Pocas veces ponderan a los empleadores.
En Génesis 2:15 vemos a Dios poniendo al hombre en el huerto y asignándole la tarea de labrarlo y cuidarlo. Sin duda es una tarea que requiere mucha paciencia, pero imagino que para Adán esto seria placentero, y para Eva, ayudarlo una bendición.
Cuando el hombre pecó Dios volvió a hablar del trabajo, pero de otra manera. Seguiríamos trabajando pero con dolor. Dice Génesis 3:19 que comería su pan con el sudor de su frente hasta que volviera a la tierra de donde fue tomado. Y así ha sido siempre. En una sociedad debilitada por el pecado, muchos no quieren pasar por los sinsabores del trabajo y se involucran en atajos inmorales, que llevan a la perdición.
El Hijo de Dios, trabajó constantemente. En una ocasión pasó por el estanque de Betesda donde yacía un paralitico desde hacía 38 años. Jesús hizo un milagro al sacarlo de su postración. Este hombre siguió andando y en el templo, el Señor libera también su alma. Pronto percibió la crítica de los religiosos, manejándola con su habitual sabiduría. Les dijo, “mi Padre trabaja y yo trabajo”. No pudiendo derrotarlo, se enfurecieron aún más. Nuestro Dios siempre está trabajando en nuestras vidas. Aun cuando no lo vemos, su mirada atenta está sobre nosotros.
Alicia Ituarte, Uruguay
Dios nos cuida constantemente