LECTURA: FILIPENSES 3:1-14
“Me esfuerzo por alcanzar lo que está adelante.” v.13
En la última década Liam Neeson popularizó la saga. Búsqueda Implacable en dónde, un ex agente de las fuerzas especiales de élite, utiliza su entrenamiento y capacidades para rescatar a su familia – primero la hija, después la esposa y por último él mismo – de no ser por ese conocimiento y experiencia hubiese sido imposible salir adelante.
Respetando las similitudes, en nuestra propia vida se puede desarrollar un guión un poco parecido. Cada uno de nosotros somos el actor principal de esta saga.
Tratándose de Dios, debe de reflejarse algo de inconformidad en nosotros, de que aún no le conocemos a plenitud. Debe existir esa sensación de que algo falta, nunca podremos estar completos en Él. Siempre debemos anhelar algo más. Un sentido de insaciabilidad.
En la vida del creyente no debe existir un techo. Nuestra experiencia de vida espiritual con Dios debe ser dinámica. Es necesaria la perseverancia para llegar sin que nos quedemos en el camino. No se trata de cómo comenzamos sino de cómo finalizamos.
Quiénes participan en una competencia, lo hacen con el propósito de alcanzar el premio. Algunos llegarán de primero y otros serán últimos, pero al final todos cruzarán la meta. Ningún esfuerzo que hacemos por permanecer firmes en Dios se queda sin recompensa. Todos estamos inmersos en la carrera cristiana por alcanzar la corona de vida como recompensa final.
Debemos tener claro en nuestra vida, que fuimos llamados para obtener la corona de vida, por lo tanto, nuestra motivación al correr esta carrera cristiana, es precisamente esa, el premio de la vida eterna que nos espera al cruzar la meta.
Delmer Manzanares, Honduras
No nos conformemos con lo alcanzado hasta aquí