LECTURA: FILIPENSES 4:1-7
“Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” v.4
Muchas personas en el mundo buscan la felicidad, pero no la encuentran porque la han buscado en sitios y por caminos equivocados.
Hemos crecido con la esperanza de que si alcanzamos nuestros sueños: graduarnos, casarnos, tener hijos, casa propia, comprar un vehículo, un buen empleo seremos FELICES.
La felicidad no debe centrarse ni en las personas ni en las cosas materiales, porque cuando no están o perdemos lo material, seremos infelices. La felicidad, el gozo o el regocijo ―sentirse doblemente feliz― no radica en lo externo, sino en lo que tengas en tu interior: la paz, el amor, el perdón.
Estos tres elementos los puedes conseguir en Jesucristo que, por su amor, te dio el perdón de tus pecados y como resultado, tengas la paz que solo Él puede dar; en consecuencia serás feliz y, así, de esa manera, puedas también amar, perdonar a las personas que están a tu alrededor.
De esto se deriva la Paz y la Felicidad que tanto anhelas pese a las circunstancias difíciles, porque Él prometió estar contigo todos los días hasta el fin.
Dios es el único que puede darte la Felicidad y no como el mundo la da, que es pasajera; porque la que Él te ofrece perdura y no está basada en lo que tengas o dejes de tener, sino en la paz interior. Esto lo lograrás entregando tu vida y aceptando a Cristo en tu corazón.
Recuerda, las personas y las cosas materiales no son perdurables, pero Dios sí. Él es eterno.
Arlene Cazorla de León, Venezuela
Entrega tu vida a Jesucristo y hallarás la verdadera
felicidad y el regocijo