LECTURA: 1 JUAN 1:5 – 10
“Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.” v.5
¿Alguna vez has estado en un lugar tan oscuro que no podías ver tu mano? En algún campo en una noche sin luna tal vez, o en una habitación sin una pizca de luz. Realmente es aterrador.
¿O alguna vez has mirado al sol y te lastimaste la vista por ver tanta luz junta de una sola vez?
La Santidad de Dios es como la luz plena, es tan pura que nadie tolera estar en su presencia con nuestros cuerpos afectados por el pecado.
El pecado nos separó de Dios, nos llevó a habitar en las tinieblas bajo el gobierno de Satanás, nos trajo la muerte física y espiritual y no podemos estar en la presencia de Dios como lo hacían Adán y Eva en el principio, cuando caminaban con Él.
Solo la obra perfecta y consumada de Cristo en la Cruz restaura ese camino perdido hacia Dios el Padre. Él fue hecho maldición en la Cruz y con su muerte nos dio vida, así también la posibilidad de volver a estar en paz con nuestro Creador. Gracias a Él tenemos acceso al Padre, ya que pagó suficientemente el precio de nuestro pecado que demandaba la justicia de Dios.
Para habitar a la luz de Dios y morar bajo la sombra de sus alas debemos arrepentirnos de nuestros pecados y mirar a Cristo como el Camino, la Verdad y la Vida.
La luz del Señor Jesús nos trae paz para con Dios y vida eterna. Mira a Cristo.
George Cooppens, Paraguay
Cristo nos abre el camino al Padre