LECTURA: SALMOS 103:1-5
“Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias, te corona de favores y misericordias”. vv.3, 4
Revisando opciones de los servicios de varias agencias de salud, a fin de elegir la que ofreciera mayores beneficios según la necesidad que tenía, encontré una que, al leer la información sobre su cobertura, me emocioné y exclame: ¡Wao!
Al escuchar, mi esposo supo que acababa de obtener la respuesta a lo que buscaba; y efectivamente así fue. La lista de beneficios era superior a las anteriores revisadas. Pocas semanas después tuve frente a mí el Salmo 103, como la cita a reflexionar ese día, y no pude evitar conectar la experiencia. ¿Con cuánta frecuencia me detengo a enlistar y meditar en los beneficios que he recibido y continúo recibiendo de parte de Dios en mi vida? Entre estos:
Él Perdona mis pecados. Los “saca de su memoria”, no los contabiliza; es más, me libera del costo del pago por la falta, pues a través del sacrificio de amor de Jesucristo soy declarada libre.
Él Sana mis dolencias. Dios me sana de enfermedades, de sufrimientos, ansiedades. Aun cuando los experimento, Él provee los medios para enfrentarlos y mantenerme en pie. Él Rescata del hoyo mi vida. Me libra de peligros mortales y da vida más allá de la muerte. Él Me corona de favores y misericordias. Me llena de cuidados. Me ve con ternura y compasión. Él Me rejuvenece como el águila. Va renovando mi ser interior, fortaleciendo mis recursos espirituales para vivir la vida que me da. ¡Wao! Cuantas bendiciones recibimos del Señor. Detenernos y enlistarlas nos lleva a alabar Su nombre y estar agradecidos. ¿Te animas a hacerlo?
Dulce Pascual, República Dominicana
Gracias Señor por todas tus bendiciones