Pero clamaron…
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LECTURA: SALMO 107:1-43
“… clamaron a Jehová en su angustia y los libró de sus aflicciones.” v.6
Aquí en Uruguay, supongo que en otros lugares también, hay un refrán que versa, “Ya vendrás a mi establo con tu caballo cansado.” Se utiliza en situaciones en las que una persona espera algo de alguien que teniendo condiciones de darlo no lo da. Entonces, como forma de revancha, contesta con esa frase que implica que a quien está negando la asistencia hoy, también le llegará el turno de pedir algo y no lo obtendrá.
La imagen de ir al establo con el caballo cansado es antigua, pero muy simbólica, porque todos sabemos que cuando el caballo está cansado debe reponer sus fuerzas comiendo, bebiendo y descansando, de lo contrario no podrá seguir viaje.
Todos, a menudo, andamos con “el caballo cansado” y necesitamos llegar al establo.
La lectura de hoy nos lleva al pueblo de Israel vagando por el desierto y atravesando las vicisitudes que ello implicó. Lo que sucedía con el pueblo se narra en una estructura muy particular que llama la atención: hay una necesidad acuciante, ellos claman y Jehová oye. Así se muestra cuatro veces en este capítulo. En cada una de ellas se observa que tan pronto como recibían la ayuda de parte de su Dios, se olvidaban y hasta se rebelaban. Un círculo vicioso.
¡Imagínese si Jehová al ver esto hubiese respondido con el refranero uruguayo! Pero Él es esencialmente bueno y su misericordia es para siempre. Y esta verdad se resalta varias veces junto con la exhortación a alabarle.
Y nosotros, ¿vamos a Dios solamente cuando estamos en necesidad y pronto lo olvidamos?
Nancy Rodríguez Antivero, Uruguay
Alaba la misericordia de Jehová