LECTURA: ROMANOS 12:7 – 10
“Pagad a todos lo que debéis…al que honra, honra.” v.7
Esta fecha no se incluye en los fastos de ninguna nación; tampoco lo promuevo. Quiero recordar hoy a Cristina mi amada y recordada esposa, con quien disfrutamos de 67 años de matrimonio y servicio a nuestro Señor, Jesús. Su actividad a favor del Evangelio comenzó no bien hubiera aceptado su salvación y por amor a él fue a barrios marginales de Buenos Aires, Argentina.
Cuando el Señor tuvo a bien unirnos para formar una familia para servirle, los dos énfasis que sobresalieron en ella, fueron el trabajo con la niñez y en el ámbito femenino. Nuestras tareas se desarrollaron principalmente en Uruguay. Desempeñó cargos directivos en organizaciones cristianas, pero su orientación estaba dirigida a la visitación, el consejo práctico, escuelas dominicales y de vacaciones, campamentos y el trabajo carcelario.
¡Cuántos servicios silenciosos en nombre de su Maestro fueron brindados, sin retacear esfuerzos u horarios! Fueron la tónica de su vida.
En esta fecha hoy mismo, en el año 2020, se apagó su luz; había “gastado su vida” en servicio al Señor. Seguramente fue al hogar que Jesús prometió ir a preparar para los suyos. No le gustaba que la llamaran “pastora”, aunque sé que su trabajo la equiparaba.
Siento, humanamente, su ausencia; pero sé que Cristina descansa de sus trabajos y desvelos, en la presencia del Señor. Quiero dar fe que fue una compañera idónea y fiel, al tiempo que ama de casa, madre, abuela y bisabuela. Por ello, le tributo mi honor y guardo en mi memoria tantos años felices que vivimos juntos en esta tierra. Y a Jesucristo, nuestro común Señor, le agradezco tantas bendiciones que nos dio.
David J. Corvino, Uruguay
Sus obras le siguen. ¡Para gloria de Dios!