LECTURA: FILIPENSES 1:21-30
“Porque para mi vivir es Cristo y el morir es ganancia.” v.21
Hace años una hermana de nuestra iglesia, en plena juventud, fue operada de cáncer. Al enfrentar la realidad, pidió al Señor le concediera diez años más de vida para terminar de educar a sus hijos, que se acercaban a la adolescencia. Toda la iglesia le apoyó en su ruego y esperamos…
Pero día a día se fue haciendo evidente que la hermana moriría pronto. Un día que fui a visitarla me comentó:
–¿Sabe pastor? Cuando mis hijos nacieron yo se los entregué al Señor. Creo que puedo morir tranquila. Él va a cuidar de ellos. Es un pecado querer seguir viviendo si Dios ha determinado llevarme consigo. Murió una semana después, en paz y en victoria.
Todos deseamos vivir más y todos tenemos suficientes motivos. El propio Pablo después de decir que morir era ganancia, reconociendo la necesidad de su trabajo en la obra, expresa claramente que prefería continuar viviendo.
Creo que toda nuestra vida la vivimos entre esas dos verdades: Estamos conscientes de que partir con Cristo es mucho mejor. Pero también queremos continuar de este lado el mayor tiempo posible, sobre todo si eso significa vivir una vida útil que glorifique a Dios. Creo también que no debemos sentirnos mal por mantener esos dos pensamientos siempre vigentes.
Dispuestos a partir, o dispuestos a quedarnos, lo verdaderamente importante es que nos comportemos a la altura del Evangelio que hemos creído y del Señor que hemos aceptado. Haciéndolo así, nuestro tránsito por este mundo tendrá sentido y nuestra partida no será una derrota. O sea, ¡ganamos de todas formas!
Alberto Gonzalez, Cuba
Vivir es servir al Señor; morir es verle cara a cara