Abuelos: transmisores de tradiciones

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Parte 1:

Parte 2:

Por: Ps. Graciela Gares

El 1º de mayo de este año una mamá y sus 4 hijos, pertenecientes a una comunidad indígena, viajaban para reencontrarse con el padre, un líder que había huido de su lugar de origen, a raíz de amenazas que recibía de grupos armados en Colombia. Volaban en una avioneta la cual se accidentó sobre un bosque en la selva colombiana. La mamá y otros 2 ocupantes adultos fallecieron, en tanto los 4 niños de edades de entre 11 meses y 13 años sobrevivieron a la caída del avión, permaneciendo extraviados en la selva del Guaviare durante 40 días en un ambiente muy inhóspito, hasta ser finalmente rescatados, desnutridos pero con vida.

Los cuatro niños perdidos en la selva virgen se valieron de la sabiduría ancestral de sus mayores para sobrevivir.

El conocimiento tradicional de la selva que poseen todos los miembros de esa comunidad les ayudó. La tía de los menores expresó a través de un medio de prensa, que en esa cultura los abuelos les enseñan a las nuevas generaciones acerca de la vegetación selvática, qué frutos se pueden comer y cuáles no, qué especies de árboles son venenosos y representan riesgos para la vida humana, cómo lidiar con mosquitos, o hacerse refugios precarios con hojas de palma. Padres y abuelos les habían inculcado ser fuertes.

El suceso aún conmueve al mundo occidental y deja muchas preguntas para la reflexión. ¿Cómo una bebé de 11 meses sobrevivió sub alimentada en un ambiente hostil? ¿Cómo sus 3 hermanos adolescentes – bajo shock por presenciar la muerte de su madre a pocas horas del accidente-, encontraron ánimo para seguir adelante buscando la salida? ¿Cómo se protegieron de predadores como los felinos que habitan en la selva virgen? ¿Dónde están los límites de la resistencia humana: en el cuerpo físico o en el espíritu?

Nada tenemos que envidiar a los pueblos indígenas dela Amazonia colombiana en cuanto a su espiritualidad, pues en nuestra cultura aún conservamos un reducto de fe cristiana, en tanto ellos veneran a “la madre tierra” y los “espíritus del territorio” en la selva, a los que pedían permiso para internarse en ella buscando a los cuatro niños.

Pero si bien aún viven en una noche espiritual y no les ha llegado la luz del evangelio, ellos conservan como un valor ancestral la honra y veneración de los abuelos, a quienes recurren como fuente de sabiduría. Los ancianos de esa comunidad participan activamente en la educación de los niños. Y en ocasión del accidente, su consejo fue requerido y se tuvo en cuenta para la búsqueda de los pequeños en la selva virgen. Una vez hallados, los abuelos indígenas fueron homenajeados y recibieron el agradecimiento respetuoso de los rescatistas. Y en esto, no podemos menos que admirarlos.

Para los cristianos es fácil imaginar que Dios haya enviado sus ángeles para acompañar a esas criaturas. Según registra Mateo 18: 10, Jesús había advertido: “Cuidado con despreciar a cualquiera de estos pequeños. Les digo que, en el cielo, sus ángeles siempre están en la presencia de mi Padre celestial”.

Pero además, una lectura práctica de lo ocurrido nos llevó a pensar: ¡qué tiempo bien aprovechado el de los abuelos de esos chicos, al enseñarles estrategias de vida que redundaron luego en preservar la existencia de sus nietos ante una crisis vital imprevista!

En las sociedades post-modernas un slogan dice: “los padres crían y los abuelos malcrían”. No es raro en nuestra época escuchar decir a una abuela: “yo ya crié a mis hijos; ahora a mis nietos los voy a malcriar, los voy a consentir.” Ello determina a menudo discusiones entre abuelas y nueras, cuando aquellas les permiten a los nietos hacer lo que la madre no les habilita en sus casas. El “derecho a malcriar” y consentir a los nietos que algunos abuelos ostentan, tendrá cierto arraigo cultural pero carece de base bíblica. Dios parece asignar igual responsabilidad a los abuelos que a los padres en la trasmisión de valores a las nuevas generaciones.

Como atletas que al llegar a la meta pasan la antorcha a los competidores que vienen detrás, los abuelos son los encargados de trasmitir a las generaciones siguientes el portafolio de valores y tradiciones que ellos recibieron de sus antepasados.

Por tanto, los abuelos están llamados a respaldar y reforzar la labor de los padres en la educación de sus nietos y no sabotearla. Si los padres se oponen a que el niño coma golosinas en su casa, es un despropósito que los abuelos les inviten con tales dulces cuando el nieto les visita. Cuando los papás piden que no tengan al bebé permanentemente en brazos ya que cuando vuelva a su casa querrá seguir estando alzado, o que no le den de comer en la boca a una niña que ya tiene 5 años y puede hacerlo por sí misma, es antinatural que un abuelo o abuela desoiga la voluntad de los papás.

El rol de los abuelos en la vida de sus nietos nunca fue un asunto trivial. Y la sabiduría popular sostiene que:

El pueblo que no valora y respeta a sus ancianos, es como un árbol sin raíces.”

Una sociedad que valora a sus ancianos se valora a sí misma”.

Ante las canas te levantarás y honrarás el rostro del anciano y de tu Dios tendrás temor” (Levítico 19: 32), ordenó el Creador a nosotros, sus criaturas.

Otra versión más actualizada lo expresa así: “Ponte de pie en presencia de los mayores. Respeta a los ancianos. Teme a tu Dios.

En tanto, el patriarca Job afirmó: “Entre los ancianos se halla la sabiduría; en los muchos años, el entendimiento.” (Job 12:12)

¡Qué bajo hemos caído en Occidente que denigramos, despreciamos y hasta maltratamos a nuestros mayores! Nuestra cultura adolescéntrica parece querer reinventarlo todo y por tanto no consulta a sus ancestros. Los adolescentes prestan atención al influencer de turno en Tik Tok y luego sufren por no hallar el verdadero propósito para la vida.

La falta de tal trasmisión de valores de una generación a otra se palpa a diario en los jóvenes vulnerables al consumo de drogas, que se deprimen fácilmente, que sólo aceptan un trabajo si la carga horaria es poca y la remuneración interesante, viviendo un exacerbado individualismo. Es difícil hablarles cuando no están dispuestos a recibir el consejo de los adultos pero hacerlo es nuestra responsabilidad. El portafolio de valores que debe pasar de abuelos a nietos, como lo hizo la abuela Loida con Timoteo:

“Tu abuela Loida y tu madre Eunice confiaron sinceramente en Dios; y cuando me acuerdo de ti, me siento seguro de que también tú tienes esa misma confianza.”  (2 Timoteo 1: 5 – 7), observaba el apóstol Pablo.

“No te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos”, les encargó Dios a los padres y abuelos israelitas en la antigüedad. (Deuteronomio 4: 9b) Y esa Palabra sigue vigente!

La gente buena deja una herencia a sus nietos” (Proverbios 13:22), añadía el escritor bíblico, y podemos pensar que no se refería exclusivamente a una herencia material.

Concluimos que sin dudas para nuestro Dios, la responsabilidad de los abuelos va más allá de consentir y disfrutar a los nietos. Tienen el honroso deber de ser guardianes y trasmisores de tradiciones y valores como la fe, la familia, la honestidad, la verdad, el valor del esfuerzo, de una generación a otra. El consejo amoroso de un abuelo es difícil de olvidar y aunque el joven no lo comparta, lo llevará en su corazón el resto de sus días.

Ps. Graciela Gares Participa en la programación de RTM Uruguay que se emite por el 610 AM – Columna: “Tendencias” – Lunes 21:00 h

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