
La injusticia de Dios
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LECTURA: SALMO 121:1-8
“Alzaré mis ojos a los montes…” v.1
Mandy Harvey es una cantante excepcional. En el programa America’s Got Talent, de la televisión americana, se eligen las nuevas revelaciones en el canto y ella fue finalista. Mandy sufre del síndrome de Usher desde los quince años, esta enfermedad deja ciega y sorda paulatinamente a la persona.
A los 19 años ya le había avanzado tanto que pensó que no podría alcanzar el sueño de la música debido a su incapacidad, decepcionada lo archivó. Un día su padre la alentó a que lo reviviera, ella obedeció y tomó este desafío. Al presentarse al concurso ya tenía grabados tres álbumes, cuando le preguntaron cómo lo hacía, respondió: La música se siente en la garganta, en cada célula de mi cuerpo.
Ojalá nosotros pudiéramos sentir a Dios tan cerca, en cada célula, saber que Él vibra en nuestro interior, que nuestra boca se regocija con sus dichos y nuestras cuerdas vocales cada vez que dicen su nombre imprimen ese significado de Gloria y Majestad.
Debemos tener la seguridad de vivir en su presencia, sentir ese poder de llamarnos hijos suyos, sabiendo que nada de lo que hagamos sin nuestro Creador, tiene sentido; vibramos al mismo tono de la voz de sus promesas, sentir en nuestro cuerpo Su Presencia, permitir que nos inunde esa Paz en nuestro interior, quitando todo temor.
Amar a Dios es vibrar en cada instante de nuestra vida con las melodías eternas de su creación, sentir que es real, verlo en cada paso que damos.
Nuestro Padre “No nos dejará ni nos desamparará, ni dará nuestros pies al resbaladero, nunca se dormirá el que nos guarda”, eso es seguridad y paz.
Mario Gil Gómez, Colombia
Sentir a Dios da confianza y seguridad
