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LECTURA: MATEO 18:21-35
“Hay que perdonarlo una y otra vez; es decir, siempre.” v.22
Jesús contó esta parábola para enseñarnos a todos sobre el perdón. En ella leemos como el rey sintió compasión y perdonó al hombre su enorme deuda. Pero este hombre se encontró con otro que le debía un poco de dinero y le dijo que quería que se lo devolviera todo de inmediato. No lo perdonó, sino que lo envió a la cárcel. El rey no podía creer lo que estaba pasando. Le había perdonado tanto, pero aquel hombre no podía perdonar lo que era poco, así que, el rey ordenó que lo llevaran a prisión.
Hace unos años viví un momento muy desagradable con un grupo de personas que, aprovechándose de mis circunstancias y de su posición, me usaron como un chivo expiatorio. Me inculparon de una situación de la cual no tenía conocimiento ni participación, pero Dios con su amor, bondad y justicia me libró de las consecuencias y todo fue aclarado.
Agradecí a Dios por librarme y limpiarme; y también decidí en mi corazón perdonarles, olvidar lo ocurrido y seguir adelante. Pero en estos días, después de dos años, pude obtener y dar el regalo de perdonar cara a cara a una de esas personas que me afectó. Fue liberador y hermoso para ambas.
Tenemos que estar dispuestos a perdonar y a recibir perdón. El perdón es un regalo, lo das y te bendice; lo das y te libera.
Si Dios nos ha perdonado tanto, nosotros también debemos perdonar; no solo una vez, sino siempre.
Karem Guerrero de Morales, Venezuela
Debemos perdonar a los demás porque Él nos ha perdonado
