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Parte 1:
Parte 2:
Por: Ps. Graciela Gares
No es fácil definir a una generación mientras la misma se está desarrollando. No obstante, en la reciente Feria del Libro de Buenos Aires, Argentina, se presentó un libro que se atreve a catalogar los tiempos que estamos viviendo y tildarlos como una “Generación Idiota”. Tal es el título que escogió su autor, el politólogo y conferencista cordobés Agustín Laje. Este joven escritor es ya conocido por su oposición a la eutanasia, al aborto, al matrimonio igualitario, a la adopción homo-parental y al uso del lenguaje inclusivo, entre otras cuestiones. Otras obras suyas destacadas son “El libro negro de la nueva izquierda” y “Batalla cultural.”
“Generación idiota” está teniendo muy buena acogida por parte de un público sorprendentemente joven de diversos países de Latinoamérica, como Colombia, Perú y Argentina. La acepción del término “generación” aquí es intergeneracional. No alude a cierta franja etárea, sino a personas que son contemporáneas, es decir que comparten una misma época pero pueden tener edades diversas. Por su parte, el adjetivo “Idiota” es usado por el autor en el sentido dado al término por los griegos, en su origen etimológico: aquel ignorante, que se ocupa sólo de sí mismo. Un narcisista. Gente de poco entendimiento.
Al intentar definir a los habitantes de estos tiempos, Agustín Laje resalta las siguientes características:
Una mentalidad adolescéntrica
“Las ideologías centradas en la adolescencia del siglo XXI están en auge. Rigen la forma de la cultura, estructuran la forma de la política, inspiran los cambios de nuestro lenguaje, imponen sus preferencias estéticas y dominan el imaginario postindustrial y el sistema de consumo. Las instituciones básicas, como la familia, también están fuera de lugar en estas generaciones adolescentes”, afirma A. Laje. Prevalece la tendencia a victimizarse en lugar de responsabilizarse. Esgrimen sus derechos olvidando sus obligaciones.
Con crisis de identidad
En su confusión, esta generación se identifica según como se percibe. Hay quienes nacieron con un sexo definido pero dicen estar atrapados en un cuerpo equivocado. Se acepta como identidad lo que la gente dice ser, en lugar de lo que evidentemente vemos que es. Un hombre de 50 años dice vivirse niña de 9 años y pide ser tratado como tal. Un corredor o atleta varón quien se siente mujer, se inscribe en una competencia femenina y en base a su musculatura masculina gana la carrera. Varones transgénero son aceptados en certámenes de belleza femenina. La confusión sexual se acompaña de perversión al hipersexualizar a la población infantil. Como parte de una cultura masificada, ya no piensan por sí mismos sino que siguen a influencers. Se nutren de “likes”, de la aprobación de los fans y de la farándula.
Vivir la pos-verdad
Agustín afirma: “Reconocemos al idiota en esa voluntad de vivir en un mundo post verdadero. Al dispositivo de la verdad lo reemplaza el dispositivo de los sentimientos”. Sentimientos y estados de ánimo priman sobre la razón; quedamos bajo la tiranía de los sentires y las pasiones.
Aburrimiento fácil
Rápido se llega al hastío de todo, trabajos, amigos, parejas y hasta de la vida misma, lo cual es aprovechado por la lucrativa industria del entretenimiento y del pasatiempo para vender sus productos y por el narcotráfico para aliviar el malestar anímico resultante del vacío de sentido de vida.
Desprecio del pasado
Quienes participan de la “generación sin entendimiento” eligen desligarse de la religión, de las tradiciones familiares o las de su nación. A vía de ejemplo, pocos jóvenes conocen lo que se celebra en las fechas patrias de sus respectivos países. En sociedades pre-modernas las personas de mayor edad eran consultadas en su rol de trasmisores de las tradiciones, por ser la voz de la experiencia y fuente de sabiduría. Pero el anciano perdió su papel social destacado y prestigioso de las sociedades antiguas. El centro hoy es el adolescente, no obstante su crisis de identidad y de sentido, instaurando la dictadura del capricho, donde la tendencia es refundarlo todo.
A la institución familiar se le ha expropiado la función formativa, la que pasó a manos de los centros educativos y los medios de comunicación de masas, los cuales nos plantean los patrones de conducta que debemos seguir. Las escuelas y universidades hoy operan como verdaderos centros de adoctrinamiento, donde la trasmisión del conocimiento está altamente contaminada con ideologías.
Este modelo de pensamiento adolescéntrico nunca estuvo en los planes divinos. La fuerza es de los jóvenes y pero no la sabiduría, como lo reconocía el patriarca Job (Job 12: 12): “En los ancianos está la sabiduría, y en largura de días el entendimiento”.
El orden dispuesto por Dios indica que los hijos no gobiernen sino obedezcan a sus padres en todo, porque esto agrada al Señor (Colosenses 3: 20) y es justo (Efesios 6: 1). Su ordenanza para las nuevas generaciones es: “Escucha a tu padre, que te engendró, y no desprecies a tu madre cuando sea anciana.” (Proverbios 23: 22)
Aplica a esta generación adolescéntrica lo dicho por el profeta en la antigüedad: “¡Ay de los que llaman a lo malo bueno y a lo bueno malo, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo!” (Isaías 5: 20).
El apóstol Pablo nos recuerda la responsabilidad de iluminar a esta “generación sin entendimiento”: …sean intachables y puros, hijos de Dios sin culpa en medio de una generación torcida y depravada. En ella ustedes brillan como estrellas en el firmamento, manteniendo en alto la palabra de vida. (Filipenses 2: 15 – 16)
Ps. Graciela Gares Participa en la programación de RTM Uruguay que se emite por el 610 AM – Columna: “Tendencias” – Lunes 21:00 h