
Y… ¿ahora qué?
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LECTURA: SALMOS 34
“Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca.” v.1
La Biblia está llena de alabanza a nuestro Dios. El texto referido nos enseña a alabar continuamente a Dios. Esto trae bienestar, paz y confianza a nuestras vidas. Se alaba por lo que Él es, por su bondad, misericordia, por su amor eterno y por el inigualable regalo de la salvación.
Dios creó al hombre para la alabanza a su nombre. En la alabanza a Dios se debe exaltar su nombre, bendecirlo, darle toda honra y gloria porque Él es el único digno de recibir alabanza. Además, hay que realizarla con alegría y gozo, en cualquier lugar y en cualquier momento.
Personalmente es un privilegio tan hermoso cuando al despertar cada día hay en la mente un cántico de alabanza a nuestro Dios, así empezamos bien el día con una actitud agradecida.
Nuestra alabanza toca el corazón de Dios. Es como un acto de reconocimiento, admiración y gratitud a Dios. Debe ser parte de nuestra vida diaria. En el libro de los Salmos encontramos muchas alabanzas a Dios. En los tres últimos capítulos de este libro se hace referencia también a toda la creación, de donde fluye alabanza a su nombre y enfatiza claramente “que todo lo que respire alabe a Jehová”.
Presentemos alabanza a Dios constantemente y vayamos con toda confianza ante su presencia. La alabanza expresa adoración. Alabe a Dios a pesar de las circunstancias, porque “en medio de la alabanza habita el Señor”. Es disponerse con una actitud de corazón.
Aura Arriaga de Ostos, Venezuela
La alabanza a Dios es una expresión de gratitud
y reconocimiento
