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LECTURA: MATEO 14:22 – 33
“…le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios”. v.33
Muchos disfrutamos del progreso tecnológico sin saber mucho acerca de cómo llegamos a mecanismos tan complejos. Aún los niños de hoy tienen contacto natural con máquinas automáticas. El siglo XIX comenzó con un asombroso desarrollo científico que desembocó en inventos, como la electricidad, que cambió la sociedad. La evolución es permanente y acelerada.
Hoy nos resulta difícil vivir sin los instrumentos que hacen más cómodo y ágil lo cotidiano. Pero la ciencia ha dado poco lugar a lo intangible, guardándolo en el baúl de la fantasía.
Jesús el hijo de Dios, nacido por intervención divina, habló sobre temas prácticos pero también enseñó que cuando Dios quiere mostrar su poder puede alterar sus leyes. Mateo relata cómo Jesús da de comer a la multitud. Luego hace que sus discípulos pasen en una barca al otro lado. Después subió al monte a orar aparte. Así llegó la noche y la barca estaba en el medio del mar, azotada por las olas. En el momento más oscuro, Jesús se acerca a ellos, caminando sobre el agua. Los discípulos se asustaron y lo confundieron con un fantasma.
Es interesante que acababan de presenciar un milagro extraordinario y muchos otros que venían presenciando. Sin embargo, no podían entender lo que estaba pasando ahora.
Muchos de nosotros, hemos comprobado milagros pero cuando aparece un nuevo aprieto, nos hundimos en el desaliento, como le pasó a Pedro. Cada día hoy es un milagro, y como aquellos discípulos reconocieron que Cristo es verdaderamente el Hijo de Dios, necesitamos adorarlo siempre porque Él es el mismo de ayer, hoy y por los siglos. Su gracia y poder no menguan.
Alicia Ituarte, Uruguay
El que obró ayer, obrará hoy también
