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Nueve parábolas de Jesús
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LECTURA: SALMO 59:16-17
“ …Porque eres, oh, Dios, mi refugio…” v.17
En el año 1965, mi país vivió la Revolución de Abril, con una duración de aproximadamente seis meses. El móvil: restaurar la institucionalidad tras la destitución del presidente de turno. Fue un tiempo de confusión intensa, muertes, desaparecidos y la gente corría de un lugar a otro buscando un refugio para salvar sus vidas. Esta narrativa de la historia de mi país suele ocurrir en diferentes partes del mundo. ¡Ante situaciones de peligro extremo buscar un lugar seguro se convierte en una necesidad propia de toda persona!
En este Salmo, David sintió temor porque su vida estaba en peligro de muerte. Cuántas veces hemos sido presa de un temor profundo, una preocupación intensa que escapa al control humano y la impotencia nos arropa y la percepción de estar atrapados y sin salida, nos acorrala: ¡Nos sentimos preocupados!
¡Cuánto alivio se experimenta al llegar o estar en un lugar seguro y saberse protegido y confiado de que al fin encontré un refugio!
Un refugio puede ser transitorio hasta que pase el huracán, la guerra o la situación amenazante. En este sentido Dios puede y obra a favor de quienes han depositado en Él, su confianza; ahora bien, la manifestación de Dios en la vida de la gente adquiere un carácter de pertenencia y permanencia absolutas en Él. Una realidad identificable y concreta. Cuando David confiesa lo siguiente: “Porque eres, oh Dios, mi refugio, el Dios de mi misericordia”, que profunda esta expresión cargada de confianza plena en Dios. Si Dios está, todo es distinto. ¡Hagamos hoy mismo, esta declaración de fe absoluta en Dios!
Bienvenida González, República Dominicana
Dios es un refugio seguro e insuperable
