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LECTURA: SALMO 94
“En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, tus consolaciones alegraban mi alma.” v.19
¿Ha sentido alguna vez un profundo deseo de venganza? ¿Se ha visto en alguna oportunidad tan indignado al punto de querer tener la potestad de hacer justicia por su propia mano? En casi todos los países, este proceder es castigado por la ley.
Como cristiana, he experimentado culpa por permitirme abrigar estos sentimientos dentro de mí. Se supone o se espera que quienes confiamos en Dios soportemos estoicamente cualquier injusticia sin perder el gozo. Déjeme confesarle que he tenido que luchar con esto.
En uno de esos terribles momentos de la vida, cuando todo se derrumbaba a mi alrededor y cuando pensé que me abandonaba toda esperanza, mi buen Dios salió a mi encuentro con este Salmo, quizás de David.
Las primeras palabras me impactaron: “Jehová, Dios de las venganzas, muéstrate.” Era justamente lo que yo necesitaba, que el Juez de la Tierra impartiera Su justicia. Y mientras bebía con mis ojos cada palabra del Salmo, me daba cuenta de que era exactamente así como me sentía, y parecía estar leyendo uno a uno mis propios pensamientos, mi propia confusión. A medida que las expresiones del salmista penetraban en mi alma, yo las repetía en oración a mi Dios.
Suavemente, el bálsamo del Señor se derramaba en mí, de tal manera que al llegar al versículo 19 entendí que solo las consolaciones de mi Padre podían estar aquietando mi ser y devolviéndole la alegría, a pesar de la multitud de pensamientos que yo creía que no debía sentir pero sentía. Y Él lo sabía, me comprendía y me estaba consolando.
Nancy Rodríguez Antivero, Uruguay
Muéstrale al Juez tus confusos pensamientos
