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LECTURA: MATEO 17:14-21
“Viniendo entonces los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera?” v.19
Después de la transfiguración, a los tres discípulos les hubiera gustado quedarse allí en el monte, disfrutando de esa paz, pero Jesús debía bajar a la multitud. Allí se encuentra con un hombre que había traído a su hijo para que lo sanase, pues decía que era lunático, y los discípulos no lo habían podido liberar. Posiblemente, luego de una dura batalla en el campo espiritual, NADA PASÓ. Imaginémonos a los discípulos preguntándose ¿Y AHORA QUÉ?
Jesús enseñó a sus discípulos sobre La Impotencia y El Poder Espiritual. Fue una lección que los situó frente a un fracaso evidente. La impotencia de los discípulos para sanar a un muchacho lunático fue fruto de su poca fe.
Durante las pruebas, tendemos a quitar nuestros ojos del Señor y a ver solo nuestros problemas. Mientras más miremos nuestras circunstancias, más complicadas parecerán. Cuando nos obsesionamos con ellas, nuestra manera de pensar puede volverse muy negativa; aunque Dios todavía tiene una dirección que debemos seguir, dejamos de concentrarnos en Sus propósitos.
Vivimos en la incertidumbre de ¿qué va a pasar mañana?, hoy vemos el mundo de una manera diferente, con personas y relaciones diferentes, con una realidad que nunca se nos pasó por la mente que pudiéramos vivir, y que nos alcanzó quizás en un momento de frialdad espiritual. El Señor en este tiempo nos ha mostrado lo frágiles e impotentes que podemos estar frente a una circunstancia, máxime si no hemos aprendido a discernir sus tiempos.
Pidamos al Señor que nos traslade de lo imposible para los discípulos, a lo posible para Dios.
Carlos Julio Cárdenas, Colombia
De lo natural a lo sobrenatural de Dios
