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LECTURA: LUCAS 18:1-8
“Dedíquense a la oración; perseveren en ella con agradecimiento y, al mismo tiempo, intercedan por nosotros…”
Colosenses 4:2 – 3
Jesús nos enseña que no tenemos que hacer largas oraciones, repitiendo siempre lo mismo. Pero también nos dice que debemos perseverar en oración y que tenemos que orar sin desanimarnos cuando la respuesta se tarda.
En esta parábola Jesús ilustró el tema hablando de una mujer viuda que fue a un juez buscando justicia, pero éste no le prestó la atención debida a pesar de su justo reclamo. Aunque era un juez perverso esta mujer no se desanimó e insistió a tal punto que el juez dijo: “Aunque no temo a Dios ni tengo consideración de nadie, como esta viuda no deja de molestarme, voy a tener que hacerle justicia, no sea que con sus visitas me haga la vida imposible.” (vv.4-5)
Jesús mismo saca las lecciones prácticas para nuestras vidas al decir: “Tengan en cuenta lo que dijo el juez injusto. ¿Acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche?
Dios nos responderá, pero tenemos que recordar que él tiene sus tiempos. En muchos casos Dios usa las demoras en respondernos para que aprendamos a tener paciencia y para que maduremos espiritualmente. En otras ocasiones no nos responde porque no es el tiempo o, simplemente, porque es algo que no nos conviene. En esos casos Dios nos dirá NO.
En esta generación de lo instantáneo, cuánto nos cuesta esperar. Pero Dios quiere ayudarnos a reflexionar, a esperar con serenidad, gozo y gratitud. También es una estrategia divina para que vayamos más seguido a conversar con él.
Rogelio Nonini, Argentina
La perseverancia en oración nos ayuda a crecer
