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LECTURA: ISAÍAS 26:1 – 21

Tu guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera…” v.3

En Navidad, en las congregaciones y en mi casa también, nos gusta cantar el conocido himno “Noche de Paz”. Mi esposo lo dirigía, con su entonada voz y nosotros le seguíamos. Recordando esto, pensé que el mundo celebra el día de la paz honrando a muchos que han luchado por ella. Aunque desde diferentes puestos, quien la busca, tiene una batalla dura por delante. La naturaleza humana caída siempre está batallando en su contra. Paradójicamente la historia está teñida de sangre en procura de ese bienestar que todo humano anhela, esencial para convivir.

Cada año alguna persona recibe un premio Nobel de Paz. En 1994 lo recibió el primer ministro de Israel Yitazhak Rabin por su incansable lucha en Medio Oriente. Pero allí, siguieron los conflictos. Como en este caso, ocurre en muchos lugares pareciendo que solo es posible evitar confrontaciones mayores, pues la paz total no se alcanza.

Todo comienza en nosotros. Solo cuando vivimos en una total comunión con Dios, podemos tener paz familiares, vecinos, o compañeros de trabajo. Entonces podremos sembrarla para cosechar una sociedad mejor.

Isaías profetiza un tiempo hermoso que vendrá. El pueblo confiado cantará alabanzas al Creador. Hay una promesa de completa paz, pero es para aquellos cuyos pensamientos se ajustan a los de Dios.

Los hebreos presentaban ofrendas de paz. Jesús se ofrendó a si mismo para darnos su paz, que el mundo no conoce. Es la que nace de reconciliación con Dios. Es el “shalom” diferente al que conoce el mundo. ¿Estamos disfrutándola? Si no es así, solo debemos abrir la puerta de nuestra alma para que entre Cristo.

Alicia Ituarte, Uruguay

Cristo es nuestra paz



Meditación publicada en el libro devocional de RTM Alimento para el Alma – volumen 21. Para conseguir una copia de la edición impresa visítenos en Soriano 1335 (Montevideo, Uruguay) o en su librería cristiana más cercana.

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