
La sangre de Jesús tiene poder
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Arthur Miller – Parte 3
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LECTURA: 1 PEDRO 3:1-7
“Mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, para que… sean ganados…por la conducta de sus esposas.” v.1
Habíamos acabado el ensayo de una obra teatral. Volviendo con el profesor en su auto, él hacía una revisión de la obra en sí y del desempeño de cada actor. En un momento, reveló su percepción de ese grupo particular de estudiantes, en el que la mayoría eran cristianos.
Decía sentirse muy a gusto y que todos eran gente muy buena, sencilla, dedicada y sin las groserías de otros jóvenes. Especialmente elogió a una compañera por su carácter tan agradable y transparente.
Un adhesivo decía: “Un ejemplo vale más que mil palabras.” Pedro dice a las mujeres cristianas que su comportamiento sea de tal forma que sus esposos puedan ser convencidos sólo por observarlos. Por supuesto que lo mismo vale para cualquier cristiano ante sus vecinos, colegas, amigos.
La relación entre Abraham y Abimélec no había sido siempre de íntima amistad. Más bien había empezado con un serio problema (Génesis 20). Pero luego de que Abraham había vivido por un tiempo cerca de Abimélec, éste tuvo que reconocer: “Dios está contigo en todo cuanto haces…” (Génesis 21:22). La Biblia no nos relata de que Abraham le haya hablado mucho de Dios; simplemente demostró con su vida cotidiana que otro gobernaba en él.
También de José sabemos que “Jehová estaba con José … [y] lo hacía prosperar en todas sus empresas” (Génesis 39:2-3). Debemos analizarnos seriamente si nuestro comportamiento muestra a los demás quién gobierna nuestra vida. Si no se puede notar a Cristo en nosotros, estamos fallando al propósito para nuestra vida.
Marvin Dück, Bolivia
Cristo tiene muchos rostros, uno de ellos es el de usted
