¡Buenas noticias de salud mental!

Meta
17 agosto 2023
La constatación
18 agosto 2023

Parte 1:

Parte 2:

Parte 3:

Por: Ps. Graciela Gares

Nuestro cerebro gobierna la vida de relación, nuestra empatía o indiferencia hacia las demás personas, el interés por lo que ocurre a nuestro alrededor y la capacidad que tenemos para tomar decisiones apropiadas e inteligentes. Es un órgano asombroso en sus funciones que ha querido ser imitado por el ser humano, creando computadoras u ordenadores que nunca lograron igualar la complejidad y la eficiencia de este órgano que dirige nuestro sistema nervioso central.

¿Cómo cuidarlo? ¿Cómo mantenerlo eficientemente activo hasta el final de la vida?

Muchas personas envejecen de modo saludable. No obstante, no pocos temen que el deterioro mental les alcance antes del final de su existencia. Se teme más al Alzheimer que al cáncer o a la propia muerte, según la doctora Isabel Belaustegui (España) por el sufrimiento que implica y la pérdida de autonomía.

Pero el envejecimiento normal no tiene por qué llevar al deterioro cognitivo ni a la demencia,” afirma Belaustegui.

Especialistas en la materia opinan que si bien la edad es un factor de riesgo,- es decir aumenta las probabilidades -, no determina que obligatoriamente así ocurra. A la vez, existen demencias de inicio temprano (antes de los 50 años) y demencias reversibles a raíz de alguna condición de salud metabólica (por ejemplo, afectación de tiroides) a cualquier edad. El hecho que haya personas que envejecen de modo saludable cuestiona el concepto de demencia “senil”.

La demencia es un término amplio, que refiere al deterioro de capacidades cognitivas y conlleva signos y síntomas diversos provocados por un daño cerebral que afecta diversas actividades del individuo (atención, memoria, lenguaje) y su conducta social. El término demencias abarca muchas enfermedades: alzhéimer, daños por accidente cerebro vascular, párkinson, entre otras, caracterizadas todas por un deterioro cognitivo de la memoria, de la orientación en el espacio y el tiempo, de la capacidad de concentrarse, razonar y/o expresarse correctamente.

En particular, el alzhéimer guarda estrecha vinculación con el estilo de vida, según la Dra. Isabel Belaustegui y esto es una buena noticia, pues deja la salud mental en nuestras manos. “El destino de nuestro cerebro no está determinado por la edad ni por los genes ni es inevitable. El deterioro cerebral puede prevenirse en gran medida con las decisiones que tomamos cada día.”

Conozcamos entonces los factores de riesgo de sufrir deterioro cerebral, para poder evitarlos, o evitar su progresión, si el deterioro ya se ha iniciado:

* Predisposición genética, pero ello no es determinante, pues “somos capaces de modificar la expresión de los genes que guardan relación con nuestra salud y con la longevidad y de esculpir nuestro propio cerebro y potenciar la inteligencia, la creatividad y el aprendizaje”, afirma la Dra. Belaustegui.

* Secuelas de accidentes cerebro-vasculares, por mal cuidado de la salud cardiovascular. Esto es prevenible si logramos controlar o mejor aún, erradicar la hipertensión, diabetes.

* Enfermedades neurológicas

* Tabaquismo

* Estilos de vida poco saludables

El antídoto: alimentarse de modo natural y saludable aumentando el consumo de frutas y verduras orgánicas o de cultivo casero, consumiendo grasas buenas como el aguacate y el pescado, aceite de oliva y evitando a toda costa los productos refinados (azúcar y harina blancos).

* Deficiencias vitamínicas (vitaminas B12, B1)

* Mala salud intestinal, dado que ella se relaciona con daño e inflamación del cerebro.

* Toxemias, es decir, contaminación del organismo con toxinas del cigarro, contaminación del aire en zonas urbanas (smog) o por metales pesados (plomo, aluminio). También podrían ser provocadas por virus y bacterias o por los peligrosos pesticidas como el arsénico utilizados en cultivos de arroz, por ejemplo.

Las fuentes de contaminación química son diversas y abundantes: maquillajes y cosméticos, desodorantes que contengan aluminio, pinturas para paredes, empastes dentales, antiguas cañerías de plomo para el agua.

Se requiere un trabajo activo de descontaminación del organismo. Existen plantas útiles para eliminar metales pesados del ambiente y aún del organismo, como el consumo habitual de algas marinas, como la espirulina.

* Falta de serenidad: una mente intranquila.

Como antídoto la Biblia afirma: “La mente tranquila es vida para el cuerpo, pero la envidia corroe hasta los huesos”. (Proverbios 14: 30) “Asegúrense de tener una conciencia limpia” (1 Pedro 3: 16). Pablo agregaba: “…procuro yo tener siempre una conciencia sin remordimiento ante Dios y ante los hombres”. (Hechos 24:16)

* Trastornos del sueño predisponen al desarrollo de demencia en años posteriores. Un médico puede ayudar a restablecer el descanso normal nocturno de al menos 7 hs. diarias.

* Alta exposición al estrés o mala gestión del estrés. El estrés crónico daña las neuronas por descarga continua de cortisol. Meditar y orar disminuye la concentración de cortisol en sangre y mejora la memoria. Asimismo, caminar a pie descalzo en contacto con la tierra, permite corregir el desequilibrio entre los iones positivos y negativos de nuestro cuerpo, favoreciendo la salud y el descanso.

No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4: 6 – 7

Así que no se preocupen diciendo: “¿Qué comeremos?” o “¿Qué beberemos?” o “¿Con qué nos vestiremos?” Los paganos andan tras todas estas cosas, pero el Padre celestial sabe que ustedes las necesitan. (Mateo 6: 31 – 34)

* Mente inactiva. Dicen que una mente inactiva es taller de satanás. Pero además, la mente inactiva se deteriora y atrofia, como un motor que ya no es usado. Antídoto: ejercitar la mente y la memoria (memorizar datos) a lo largo de la vida tendría un efecto neuro-protector sobre el cerebro.

* Sedentarismo. El ejercicio físico como gimnasia, natación, caminata o baile, mejora la función cerebral y su irrigación, evitando su atrofia.

* Socialización escasa. La interacción social libera endorfinas. Aunque vivamos solos, están a nuestro alrededor vecinos, amigos, la familia biológica y la familia de la fe. No hay excusa para no socializar.

* Vidas sin propósito. Es preciso mantener una vida con intereses activos, aprendiendo un idioma u oficio, fijándonos metas nuevas y desafíos que tengan trascendencia. Pero además: “Dios puso eternidad en el corazón humano”, por lo que lo terrenal no basta para llenar ese vacío (Eclesiastés 3: 11). Consagremos nuestra existencia al Creador para servirle.

En suma, nuestro cerebro, ese órgano magnífico diseñado por Dios está hoy asediado por la toxicidad de un estilo de vida antinatural y muy veloz. Pensemos que vale la pena invertir tiempo y atención en mantenerlo saludable, para disfrutarlo hasta el último momento de nuestra existencia.

Optemos entonces, por un retorno a la naturaleza en nuestro estilo de vida, activando nuestra mente en lo que construya, procurando tener buen descanso y un espíritu tranquilo y en paz con Dios, lo que resultará en ganancia para nuestra salud mental.

Ps. Graciela Gares Participa en la programación de RTM Uruguay que se emite por el 610 AM – Columna: “Tendencias” – Lunes 21:00 h

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *