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LECTURA: SALMO 46:1-3
“Dios es nuestro amparo y fortaleza.” v.1
Este salmo fue de aliento y bendición para muchos cristianos en tiempos de turbulencia social. Nosotros formamos parte de la sociedad, no vivimos en una burbuja, y por lo tanto todo lo que sucede nos afecta, puede sacudir nuestra estabilidad y muchas veces puede confundirnos y hacernos tambalear.
Muchos cristianos en Europa temblaron cuando el poder de Hitler comenzó a extenderse y desembocó en una guerra sin precedentes. Fue para ellos un vendaval de pruebas y tribulaciones inesperadas a las que tuvieron que hacer frente.
El Salmo menciona cataclismos naturales, temblores de tierra, montañas que se derrumban, maremotos. No creo que el salmista haya visto todas estos fenómenos naturales, debía imaginarlos, pero tienen un contenido simbólico importante porque todos vivimos en un mundo inestable y el salmo describe la agitación de la sociedad cuando sus bases de sustentación muestran su debilidad, los referentes que parecen inconmovibles caen y todo entra en desequilibrio e inestabilidad.
Esto nos afecta porque no podemos sustraernos de la realidad y podemos entrar en un estado de confusión y perplejidad en que nuestra alma se turba y acongoja porque no encontramos respuestas satisfactorias, ni salidas posibles.
Este salmo nos da una respuesta contundente: Dios siempre está activo. El Señor es nuestro amparo, el lugar donde podemos cobijarnos, el techo que nos protege. Pero también es nuestra fortaleza, la roca donde podemos asentarnos, el piso que nos sostiene. Él es nuestro pronto auxilio. Él es siempre el Dios activo que está de nuestra parte. Y si Dios es con nosotros: ¿quién contra nosotros?
Salvador Dellutri, Argentina
Todo puede tambalear a nuestro alrededor, pero la Roca de los siglos siempre está firme
