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LECTURA: FILIPENSES 2:19-30
“Porque todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús.” v.19
Vivimos en un mundo egoísta. Solamente atienda los slogans propagandísticos en radio y televisión y se dará cuenta de cómo promueven el bienestar y la satisfacción personal como si fueran la suprema razón de la vida. Y esos mensajes han convencido a muchos.
Una mujer creyente, quien se había casado con un incrédulo desoyendo todo consejo, vino al fin buscando consejo pastoral. Como era de esperar, su matrimonio no andaba bien. Contó toda la historia desde su punto de vista y explicó todas las razones para un divorcio inevitable, a pesar de que sus dos pequeños niños idolatraban al padre. Sus palabras finales no las he olvidado:
“¿Acaso no tengo derecho a vivir mi vida y ser feliz? Los hijos no son razones para mantener un matrimonio como el mío.”
En el pasaje de hoy Pablo habla de dos personas con un sentimiento diferente. Son personas interesadas en el bienestar de otros. Timoteo sirvió a Pablo como un padre y estaba deseoso de servir a los filipenses. ¡No le interesaba lo suyo propio! Epafrodito estaba sufriendo por la preocupación de los filipenses, nada menos que por su propia enfermedad. He aquí dos personas con una visión diferente, donde las necesidades de otros toman el primer plano. Si hubiera muchos Timoteos y Epafroditos la vida sería más hermosa.
No olvidemos que quien viva pensando en lo suyo propio jamás logrará felicidad alguna. ¡Más bien coleccionará frustraciones sin fin!
Solo interesándonos con sinceridad en las vidas de los demás, para ver cómo ayudarles, podremos encontrar verdadera satisfacción.
Alberto Gonzalez, Cuba
Ocuparnos de las necesidades ajenas ayuda a
sobrellevar las nuestras
