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LECTURA: MATEO 9:16-17
“…echa el vino nuevo en odres nuevos…” v.17
Suelo usar las cosas hasta lo último. Pero en algún momento tengo que ponerlo a un lado. Lo que está obsoleto, está obsoleto.
Nuestra vida espiritual también puede volverse obsoleta. Aunque uno pueda ponerle algunos “remiendos” al espíritu, no puede mantener vivo artificialmente lo que está agonizando.
Jesús ilustró esto con dos parábolas cortas. La primera es la de un vestido viejo que ya se está rompiendo. Si a este vestido se le pone un remiendo de una tela nueva, el “remedio” termina siendo peor que la enfermedad. La tela nueva, al encogerse, estira tanto de la tela vieja que la rompe más de lo que estaba. La única manera de resolver esto es reemplazar la prenda vieja por una nueva.
La segunda parábola es la del vino nuevo que se tiene que guardar en odres, recipientes para líquidos, hechos de pieles o cuero. Jesús indica que no se puede meter vino nuevo en odres viejos, duros e inflexibles. No aguantan la fuerza del vino nuevo, todavía en fermentación. Para el vino nuevo se necesitan cueros nuevos, todavía blandos y flexibles.
Jesús vino a darnos nueva vida. Esta vida es tan radicalmente nueva, que no combina con ninguna rutina religiosa. Este recipiente no es adecuado para el vino nuevo que Jesús trajo. El que cree que puede ponerse un disfraz espiritual, pero seguir viviendo como antes, no podrá experimentar esa nueva vida. Cristo en mí es transformación, no lo viejo con una capa de pintura nueva. Para experimentar el poder de Dios, necesito una vida renovada por el Espíritu Santo.
Marvin Dück, Paraguay
Que tu vida sea un recipiente nuevo para la vida nueva en Cristo
