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LECTURA: HECHOS 2:44-47
“…tenían en común todas las cosas…” v.44
Un joven trabajador de una línea aérea, alegando que pertenecía a una religión, no celebraba cumpleaños, Navidad y mucho menos fin de año. Sus compañeros, cuando se acercaba algunas de esas fechas, pedían colaboración para celebrarlas. Todos lo hacían menos él. Argüía que su religión no se lo permitía. Pero el día de la celebración lo veían allí, incluso con su vianda para llevarse lo que había en la mesa.
El entrenador de un equipo deportivo de jóvenes, también pedía colaboración a sus integrantes para celebrar fiestas y actividades. Les decía: “Traigan esas cosas sabrosas que preparan en sus casas, dulces y frutas; lo que puedan. Ese día es para compartir”. Los jóvenes llevaban muchas cosas. Se esforzaban en cumplir con lo solicitado. Sin embargo, el entrenador no colaboraba con nada, pero disfrutaba de todo y de paso, llevaba invitados.
Estas conductas son injustas y revelan aprovechamiento de otros. Es el abuso que igual se ve en escenarios donde parece imposible que acontezca: iglesias, comunidad, familia, empresa y otros.
Colaboraremos con las actividades sociales como podamos para lograr un fin común. Hay diversas maneras de hacerlo: monetariamente, mano de obra, con algo pequeño, entre otras. La situación económica esta difícil para todos. El que tiene más, si lo desea, puede colaborar con más. Además, debemos considerar a los que en realidad no tienen cómo hacerlo pues no reciben ningún ingreso. En algunas ocasiones, hasta los que recibimos, no podremos hacerlo y es aceptable. Pero esto trae satisfacción ―y sobre todo cuando lo hacemos con esfuerzo― porque lo disfrutamos juntos y bendecimos a otros. Así lo hacía la antigua iglesia.
Milagros Escalona, Venezuela
Evitemos la costumbre de evadir la colaboración
