
Meditación y fe
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LECTURA: MATEO 6:5-15
“Ustedes deben orar así.” v.9
En el Sermón del monte Jesús nos enseña cómo debemos orar. Básicamente nos dice cuatro cosas:
No tenemos que orar para aparentar piedad (vv.5,6). Los fariseos hacían alarde de su religiosidad y oraban, ayunaban y ofrendaban públicamente para ser alabados por los demás. La oración debe ser personal e íntima, salvo cuando se eleva en un culto, comida o actividad donde se invoca la presencia, dirección y bendición de Dios.
No deben ser largas ni llenas de palabras y repeticiones (v.7). Los gentiles (o sea los que no eran judíos) tenían esa costumbre. Por medio de largas repeticiones trataban de convencer a sus dioses. La razón por la cual no debemos hacerlo es que Dios conoce nuestras necesidades (v.8) y desea darnos las cosas que necesitamos cuando se las pedimos con fe (Mateo 7:7-12).
Tenemos que pedir con fe y sin dudar (Mateo 21:18- 22). Dios siempre nos concederá las cosas que le pedimos dentro del marco de su voluntad (1 Juan 5:14,15). Por este motivo tenemos que comprender que orar con fe no es obligar a Dios para que haga lo que nosotros queremos. La fe nos lleva a buscar su voluntad y a cumplirla aunque no sea de acuerdo con nuestros deseos.
Tenemos que orar al Padre en el nombre del Hijo y con la ayuda del Espíritu Santo (Juan 14:13,14; 16:26,27; Romanos 8:26,27). Toda oración debe ser dirigida al Padre, en el nombre del Hijo, Jesucristo, y guiados por el Espíritu Santo. La fe es fundamental para recibir lo que pedimos, aunque eso no implica, como ya dijimos, obligar a Dios para que haga lo que queremos si no es su voluntad.
Rogelio Nonini, Argentina
Tenemos que orar siguiendo los principios establecidos por Jesús
