
Tu familia
20 octubre 2023


Misericordia
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LECTURA: MATEO 5:1- 12
“Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.” v.4
En el año 2020, la lista de personas en nuestro país y en otros lugares del mundo que requirió ser consolada fue en aumento. Las lágrimas, la desesperación e impotencia llegaron como huéspedes no invitados a los hogares, hospitales y ciudades. Pensemos en lo siguiente: Cuando hablamos de llorar, de que alguien lloró o está llorando, ¿en que solemos pensar o con que asociamos las lágrimas vertidas? La respuesta casi esperada a esta pregunta va muy ligada al dolor, lamento o emociones difíciles de manejar. Cabe señalar que no siempre llorar está asociado al dolor, pues también es posible llorar de gozo o suma alegría.
La mirada que Jesús realiza a quienes lloran mueve a pensar en que las lágrimas vertidas por la gente tienen importancia para Él; las toma en cuenta y las valida al punto de indicar como bienaventurados a los que lloran. Observemos que para Jesús tanto las lágrimas como los que lloran son importantes, porque existe una relación entre ambos aspectos.
Usted y nosotros, para Jesús somos bienaventurados cuando lloramos, porque recibiremos consolación. La consolación es el acto de acompañar y animar frente al dolor. ¿Se ha preguntado quién o quienes consolarán a los que lloran? La consolación viene de Dios quien con sus favores se hace presente en la vida de las personas. La consolación también es una acción de carácter humano. A cada uno se le presenta una y tantas oportunidades para consolar y acompañar a otras personas. ¡Ser parte de quienes promueven que otros sean bienaventurados y consolados, es de gran valor espiritual y humano!
Bienvenida González, República Dominicana
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