El propósito de Dios

LECTURA: FILIPENSES 3:12-16

“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto, sino que prosigo, a ver si logro asir aquello para lo cual fui también alcanzado por Cristo Jesús.” v.12

Todos tenemos aspiraciones. El niño desea juguetes y llora por ellos. El joven ansía libertad e independencia. El adulto busca realizarse y el anciano sueña con tranquilidad y comprensión.

Lo cierto es que pasamos por la vida siempre persiguiendo algo: ya sea alcanzar conocimientos, encontrar una pareja, mejorar nuestra situación económica, construir una vivienda, realizar un buen negocio, conservar una buena imagen o simplemente lograr ser amados y entendidos. ¡Siempre estamos persiguiendo algo!

Pablo nos habla de una búsqueda de mayores vuelos: “prosigo por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús”. A veces no nos damos cuenta de cuánto encierran estas palabras suyas.

¿Qué perseguía Pablo? De cierto no era alcanzar su sueño o sus propósitos. Eso fue precisamente lo que hacía antes de conocer a Cristo. Entonces no había obstáculos que pudieran impedirle lograr su objetivo: lo que deseaba tener o hacer, se empeñaba y lo lograba.

Ahora, es diferente: ¡Ahora persigue el propósito de Dios! No es el propósito de Pablo, no es su aspiración personal. Es el propósito de Dios lo que él está buscando.

Tal vez invertimos mucho tiempo en la vida tratando de alcanzar nuestros sueños. ¡Cuántas energías y cuántas batallas dedicamos a ello! Lo más impresionante es que el mejor de nuestros sueños nunca alcanzará ser más hermoso que el plan que Dios ha trazado para nosotros.

Con tal de lograr el propósito de Dios, hasta podemos olvidar nuestros sueños.

Alberto Gonzalez, Cuba

Lo que Dios quiere para mí es superior a lo que

yo puedo desear

Meditación publicada en el libro devocional de RTM Alimento para el Alma – volumen 21. Para conseguir una copia de la edición impresa visítenos en Soriano 1335 (Montevideo, Uruguay) o en su librería cristiana más cercana.