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LECTURA: MATEO 13:31-33
“El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza…” v.31
El evangelista Mordecai Ham dijo una noche en noviembre de 1934: “Hay un gran pecador en este lugar en esta noche.” Esto tocó fuertemente a dos adolescentes ocultos detrás del escenario y los movió a entregar sus vidas a Cristo. Uno de ellos se llamó William Franklin Graham, más conocido como Billy Graham. En esa noche, nadie sospechaba qué repercusión tendría esta experiencia en todo el mundo. A través de la predicación de Billy Graham, Dios ha transformado la vida de millones de personas.
Al observar una diminuta semilla de mostaza, tampoco se puede ver lo que puede resultar de ella al sembrarla. Lo mismo ocurre en lo espiritual: no podemos movernos según la lógica humana. En el reino de Dios valen otras medidas. Pueden suceder cosas sorprendentes que superan todo entendimiento. No importa el tamaño de lo que podemos dar o hacer para el Señor. Sólo importa sembrar nuestra semilla de mostaza. Del resto Dios se encarga.
En forma similar, se requiere de pocos gramos de levadura para leudar varios kilos de masa. Hay un poder contenido en esa levadura que es imparable. Mientras que en la parábola de la mostaza se ve el poder de expansión del evangelio, la parábola de la levadura muestra el poder interno, invisible e imparable del reino de Dios para avanzar a pesar de todo.
¿Cuál es tu “semilla de mostaza”? Pueden ser conocimientos, tiempo, recursos materiales, habilidades, etc. Pídele al Señor que te los muestre. Luego, ofrécele estas semillas para que haga con ellas lo que él quiera.
Marvin Dück, Paraguay
El tiempo y el fruto dependen de Dios. Tú siembra la semilla
