Violencia estética

Bioética – Parte 1
23 octubre 2023
Refugio
24 octubre 2023

Por: Ps. Graciela Gares

Parte 1:

Parte 2:

Meses atrás, el fallecimiento en Argentina de una conocida actriz y modelo, a raíz de complicaciones muy graves de salud derivadas de una operación estética puso de manifiesto los riesgos de una práctica que se extiende en el mundo y en Uruguay: la remodelación del cuerpo con fines exclusivamente estéticos.

En varias cirugías le habrían inyectado una sustancia muy tóxica, que con el paso del tiempo se desplazó a distintas áreas de su organismo deteriorando gravemente su salud, obligándola a apelar a corticoides, internaciones frecuentes, hasta provocarle el deceso en este año. Su caso encendió las alarmas en otros clientes que manifestaron haber sido atendidos por el mismo médico, quien les introdujo la misma sustancia tóxica (metacrilato de metilo).

La demanda de intervenciones quirúrgicas estéticas viene en aumento en nuestro país de modo sostenido, siendo las más demandadas, las abdominales, mamarias (de aumento o de reducción) y lipoesculturas o lipoaspiración para modelar distintas zonas del cuerpo, según informe de la Cátedra de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética del Hospital de Clínicas (UDELAR), recogido por un medio de prensa en 2020. También existe un auge de intervenciones no quirúrgicas de rostro (relleno con bótox) para rejuvenecimiento facial o rinoplastia para corregir deformaciones o tamaño de la nariz.

El 95 % de las solicitantes son mujeres, desde los 20 años en promedio. Las más jóvenes buscan implantes mamarios, en tanto las maduras, cirugías del rostro. En varones, la demanda de este servicio está creciendo.

Quienes llevan a cabo tales procedimientos advierten que toda persona que decida solicitar tales intervenciones debe tener presente que estos procedimientos médicos siempre suponen riesgos, aunque se realicen con rigor profesional. Riesgo por la anestesia, por posibles infecciones o por hemorragias. Ni que hablar cuando se ejecutan en clínicas sin habilitación sanitaria o se configura una mala praxis a cargo de un profesional negligente, como le ocurrió a la actriz argentina que tuvo un desenlace de muerte.

Conviene diferenciar cirugías estéticas de cirugías reparadoras.

La cirugía estética o cosmética no suele estar vinculada a un requerimiento de salud sino de apariencia. En un principio era muy requerida por las divas y personas que se mueven en el mundo de la farándula, pero ahora el interés abarca a ciudadanos comunes que no pertenecen al ámbito artístico. En general, se aplican en personas sanas físicamente pero que tienen su autoestima afectada por algún rasgo estético que consideran poco armonioso (lo que puede conllevar “bullying”) o por el deterioro corporal derivado del avance en la edad.

Una motivación distinta tienen las cirugías plásticas y reconstructivas sugeridas por un médico y que apuntan a mejorar la forma y/o funcionamiento del organismo, por ejemplo, un paladar hundido y labio leporino en bebés que deben corregirse para facilitar su alimentación y el habla, malformaciones congénitas que una vez reparadas mejorarán la calidad de vida del paciente o la reconstrucción mamaria requerida luego de una operación de cáncer.

Todos estos casos contribuirán a incrementar la salud y bienestar del individuo.

En este artículo nos preocupamos por las intervenciones estéticas motivadas por el deseo de mejorar una imagen corporal negativa.

“La apariencia personal constituye una variable de gran importancia para comprender el funcionamiento psicosocial de las personas. Esto se debe a que la creencia de sentirse menos atractivo que el promedio de las personas genera una disminución en la autoestima y valoración de sí mismo, dificultades interpersonales para iniciar relaciones (en especial para la concertación de citas), mayores manifestaciones de ansiedad social y emociones desagradables tales como tristeza, vergüenza, intranquilidad e irritación, entre otras”, según sostiene un estudio al respecto.

Conviene advertir que no siempre el involucrado en el cambio estético alcanza la satisfacción esperada luego de someterse a la intervención quirúrgica o no quirúrgica, con los riesgos que esto conlleva. De hecho, como le ocurrió a la actriz argentina a la que nos referimos al principio, algunas personas suman una cirugía tras otra, dado que la desconformidad con la propia imagen corporal continúa, ya que se trata de un problema de orden psicológico.

“Los resultados obtenidos sugieren en términos generales que no existen diferencias en los niveles de bienestar entre personas que han recibido tratamiento estético y personas que no lo han recibido. En términos generales se sostiene que las personas que han recibido una cirugía estética han mostrado un aumento en sus niveles de satisfacción, pero durante un corto periodo de tiempo”. (Impacto de la cirugía estética sobre el bienestar psicológico – Dr. R. Nahás, Lic. L. Medrano)

Otro estudio señala que  “la ansiedad, la depresión, el trastorno obsesivo-compulsivo y los trastornos de la personalidad aumentan el riesgo de resultados deficientes del tratamiento estético y pueden empeorar potencialmente el funcionamiento psicológico de estos pacientes”.

Quien no ha logrado construir en su infancia una auto-imagen positiva, sino que al contrario, se aborrece a sí mismo, es probable que no logre alcanzar la satisfacción personal con un mero cambio estético. Cada uno de nosotros construye durante su infancia y adolescencia un concepto positivo o negativo de sí mismo en función de los mensajes de estímulo, rechazo o indiferencia que recibe del entorno familiar y de amigos. Si experimentó carencias afectivas, abandono o rechazo (bullying) probablemente desarrolle una imagen de sí negativa, defectuosa o insuficiente, que podría corregirse más apropiadamente a través de una terapia, sin someterse a ninguna intervención médica.

De hecho, la actriz argentina fallecida por mala praxis de cirugía estética manifestó previo a su deceso que había entendido que su camino debió haber sido aceptarse a sí misma tal cual era, en lugar de buscar modificar su esquema corporal para verse más aceptable ante los demás.

Algunas asociaciones médicas de otros países han comenzado a recomendar un examen psicológico previo a las personas solicitantes de procedimientos médicos estéticos, para detectar posibles trastornos que mantengan al individuo insatisfecho aún luego de someterse a estas intervenciones invasivas del organismo. Reconstruida la autoestima sobre bases auténticas, puede desaparecer la “necesidad” de un cambio estético. Hablemos por tanto de estas alternativas:

¿Cómo enfrentar el auto-rechazo?

Dios declara que somos amados por Él. “Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en Él no muera, sino que tenga vida eterna” (Juan 3: 16). Hagamos de esta verdad una base sólida para dejar atrás el auto-rechazo.

Aunque el entorno en que nos movemos no nos demuestre aceptación, no hay rechazo en Dios. Jesús dijo: “al que viene a mí, de ningún modo lo echaré fuera”. (Juan 6: 37)

La Biblia lo reafirma así en otro pasaje: “Veo con claridad que Dios no muestra favoritismo. En cada nación, Él acepta a los que le temen y hacen lo correcto”. (Hechos 10: 34 – 35)

“Dios ve no como el hombre ve, pues el hombre mira la apariencia exterior, pero el Señor mira el corazón”. (1 Samuel 16: 7)

¿Cómo aceptar las huellas del paso de los años sobre nuestro cuerpo físico?

Cambiando nuestra óptica. Para nuestro Creador, “la cabeza canosa es corona de gloria”. (Prov. 16:31)

“En los ancianos está la sabiduría, y en la larga edad el entendimiento”. (Job 12: 12)

Si así nos ve Dios, es más saludable mirarnos y valorarnos como lo hace Él.

El aumento de cirugías estéticas en esta postmodernidad también suele estar ligado al vacío de espiritualidad con que vivimos, que nos lleva a centrar la atención sólo en el cuerpo, desconociendo nuestra dimensión espiritual.

Si solo nos define nuestro cuerpo temporal, y la apariencia física es todo lo que tenemos para presentarnos ante los demás, nos veremos impulsados a obsesionarnos con ello. Pero el Creador nos aclara que nuestro ser está constituido por cuerpo, alma y espíritu. El área más trascendente de nuestra persona no es nuestro cuerpo material sino la dimensión espiritual. Allí Dios ha puesto eternidad y trascendencia (Eclesiastés 3: 11) y la necesidad de reconectarnos con Él.

Busquemos, por tanto, en Dios la valoración que el mundo nos está negando, el perdón de nuestros pecados y la seguridad de una vida en la eternidad en Su compañía.

Ps. Graciela Gares Participa en la programación de RTM Uruguay que se emite por el 610 AM – Columna: “Tendencias” – Lunes 21:00 h

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